No pidáis pista, Piticlers, no va a hacer falta. Volvemos a encontrarnos aquí en este mi (vuestro, nuestro, su) pequeño rincón cinéfago para hablar de una cosita “simpática” que, siendo sincero (no quiero ser franco), no entiendo por qué se me había pasado comentar aquí, dada la naturaleza de nuestro nido, que ya todos los que habéis pasado por aquí alguna vez sabréis de qué hablo.
Seguramente, (gran) parte de la culpa la tiene la poca trascendencia del producto en sí. Personalmente, y ya sabéis que hablando de cine tengo unas tragaderas muy grandes, fue de esas películas en las que sales del cine pensando más en la compañía con quien la has visto (grandes personas, corazón y alma de dos de las salas de escape a las que más cariño tenemos) que en la película en sí. Y eso, pues qué queréis que os diga, no dice mucho a favor, ¿Verdad?
Aún con todo, parece ser bastante mejor que la otra peli, un par de años más joven, con la que comparte título (la tengo que recuperar para verla en casa, me va más el sado que al Señor Grey); no me voy ni a molestar en analizar todo lo que (parece) que está mal con los trucos y enigmas que salen en la peli. Ya tenéis vídeos en youtube que te pormenorizan y restriegan por el barro cada fotograma de la cosita esta, hechos por gente que tiene incluso menos vida social que yo. La película, a mi modo de ver, no acaba de desarrollar todo el potencial que podría llegar a tener. Entretiene, eso sí, tiene un muy buen ritmo, una secuencia inicial que ya te dice por dónde van a ir los tiros, una parte de presentación de personajes y trama sacada del manual que se debe estudiar en 1º de Dirección de Películas de Sony Entertainment para pasar, acto seguido, a derribar todo el castillo de naipes esperando que haga mucho ruido y que quede bonito en el suelo. Muy feo se ve que no quedó, cuando tendremos la segunda parte a finales de año.
La lástima es que, con una producción buena a priori, se queda a medias tintas con lo que podía haber sido una buena película de terror/slasher/thriller/como quieras llamarla. El ritmo es bueno, pero no deja de subir y bajar; y no lo digo como algo bueno, en plan montaña rusa de emociones, es más en plan “vamos a ver que pase rápido esto y vamos a la siguiente muerte espectacular”. Podríamos pensar que la saga Saw (al menos las primeras películas) habrían enseñado algo. Se ve que no.
Mucha pirotecnia artística, por la que suspiraría cualquier dueño de sala de escape, pero que ha de tener, como en cualquier buena sala de escape, algo bien contado bue lo sustente detrás... Y esto quiere, pero no puede. Veremos qué nos depara la segunda parte.
Lo que sí que tiene de bueno esta película, aparte de cumplir (sin más) su cometido de entrenerte durante dos horas, es de constatar un hecho que muchos (sobre todo los que os pasáis por aquí o por alguna de las otras pestañas de esta página), usuarios, divulgadores, dueños y disfrutadores de salas de escape en general, sabemos desde hace ya un par de años, si no más: El ocio de las salas de escape ya es algo de común denominador. Le ha pasado, y hay que decir que en bastante menos tiempo, lo que a los juegos de mesa y (en algo menor medida) a los juegos de Rol, han pasado de ser ignorados y hasta algo “estigmatizados” a estar completamente integrados en nuestra sociedad. Prácticamente todo el mundo de un par de años a esta parte sabe lo que es una sala de escape, cuando no ha jugado ya alguna. Habrá quien piense que esto no está bien, que se está desvirtuando algo que era “puro”, que lo seguían unos pocos “los que sabían del tema”y que ahora se va a masificar... Llamadme loco, pero quién no querría que uno de sus hobbies se diversificara y llegara a cuanta más gente mejor, si eso significa más oportunidades de disfrutar de ellos. Yo, desde luego, lo prefiero. Y cuando aúnan dos de tus aficiones en una, como en esta película, me hace pensar que vamos por el buen camino, por mucho que el resultado pueda ser muy mejorable. Tiempo al tiempo.
¡Nos vemos cuando se apaguen las luces, Piticlers!