Buenos (por decir algo) días, Piticlicinéfilos de mis piernas y mis entrepaños.
Hoy os quiero hablar de unapelícula que, aunque la vi hace ya casi tres meses, me ha parecido conveniente comentarla ahora(escribo estas líneas un viernes 3 de Abril de 2020), dada la premisa de la película y la situación mundialque estamos viviendo a día de hoy. Y es que, si el protagonista de la peli puede vivir confinado más de 30 años, sin wi-fi, teléfono ni Netflix, nosotros deberíamos ser capaces también de aguantar un par demeses, ¿Verdad? Eso espero.
Personalmente, me parece una de las películas más inteligentes que se han hecho sobre la Guerra Civilespañola, bastante más que su compañera en estreno Mientras Dure la Guerra, que me parece de unconvencionalismo supino. Pero centrémonos en la que da título a esta gaceta y en los porqués.
No soy yo muy fan del trío de directores (de hecho, Handia me aburrió sobremanera, pero basta de hablar de otras películas que no son la que nos ocupa), aunque hay que concederles que, sea más o menos de mi agrado, saben lo que hacen y le dan una capa de bienhacer artístico que ya quisieran muchos. Pero aquí yo creo que han conseguido su mejor pincelada hasta la fecha. Que la película arranque como arranca, de esa manera trepidante que hace que aprietes el culete, no hace más que prepararte para lo que viene, y hacer que sea incluso más chocante esa hora y media larga que nos espera de confinamiento. La manera que tienen de tratar un tema tan importante y tan poco visitado como el de los”topos”, los que se escondían en cualquier agujero imaginable para escapar del régimen franquista (el personaje bebe un poco de muchos de ellos, pero parece que sobre todo del que fuera Alcalde de Mijas durante la Segunda República, Manuel Cortés) nos hace pasar por todo un grado de emociones: Miedo, inseguridad, sufrimiento, dolor, vacío (como el que a veces aqueja a la película, pero creo que es algo necesario para entender un poco más de cerca el hecho de pasar más de 30 años en un agujero en la pared) y, por supuesto, amor y desamor. Porque telita lo que tiene que pasar y aguantar la mujer. Eso es lo que más se echa de menos, junto con, quizás, una manera más obvia de constatar el paso del tiempo a veces y la mella que hace en los personajes: Dejar una constancia más evidente de lo que supone para el personaje de Belén Cuesta el hecho de ser una mujer sola, “esposa” de un fugado en esos tiempos.
Sólo quedaría hablar del trabajo actoral, pero sería redundar en algo tan obvio como lo grande que es Antonio de la Torre y lo bien que le van los papeles contenidos, así como el pedazo de actriz, más allá desu increíble vis cómica, que es Belén Cuesta.
En definitiva, una película tan remarcable como necesaria, que hace que mirar atrás sea toda unalección y que te mantiene pegado a tu asiento.
¡nos vemos cuando se apaguen las luces, Piticlers!