¡Dadle gas, Piticlers!
Ganitas de estar con vosotros de nuevo, y más si tenemos que aparcar la Harley (o la Derby Variant) para contaros nuestra experiencia en nuestra última visita a Skproom (ya teníamos más ganas de volver que un motero de carretera recta) para jugar (y disfrutar) de La Viuda Negra, su sala más reciente (prácticamente salida del garaje), en la que pasamos un ratejo genial, como nos viene acostumbrando SKProom. Así que ajustaos bien el casco, estrujad el acelerador y vamos con nuestros moteros parámetros.
TRATO:
Que suene Born to be Wild en la gramola nos cuesta 4 PUNTICLIS.
Pocas salas hemos visto en las que sean tan consistentes en este punto. Roberto, alma y corazón detrás de Skproom, sigue fiel a su buen saber hacer por mucho tiempo que pase, haciendo sentir al grupo que en ese momento ellos son los protagonistas y van a disfrutar de una buenísima experiencia. Tal y como lo recordábamos.
AMBIENTACIÓN:
Todos se vuelven a mirarnos cuando pedimos Cruzcampo y nos la bebemos en menos que cuesta decir 4 PUNTICLIS.
Otro punto que siempre han tenido aquí a su favor es la puesta en situación, otra vez aquí de la mano de Roberto. Te prepara genialmente para lo que va tener que hacer, casi haciéndote que quieras pedir perdón - ya veréis por qué - echando quizás un poco de menos algún detalle más (que a nuestro parecer no debería resultar complicado de incorporar) que le diera ya la guinda de la puntuación. Pero como decimos, más que con creces cumple.
ATREZZO/DECORADO:
El de Sanidad se va con el rabo entre las piernas, que este bar tiene certificados los 5 PUNTICLIS.
Lo único que falta es pedir una cervezuela y que te la sirvan, porque la recreación está más que conseguida. Todo, sin ser una colección apabullante de objetos y demás, te transporta a cualquier garito de la Ruta 66, lo que hace que junto a la ambientación te creas que a tu lado Marlon Brando y Peter Fonda son meros dueños de ciclomotores. Muy conseguido.
JUGABILIDAD:
Pedimos que nos pongan gasolina de 4 PUNTICLIS de octanaje.
Unido al punto anterior, hay muy pocas cosas en toda la sala (un par o tres, a lo sumo), que no sirvan para alguno de los juegos a realizar, juegos que están muy intrincados entre sí y con la sala, haciendo que todos los jugadores disfruten de su momento y se tenga que colaborar también. No disfrutan aquí de la máxima puntuación por un par de cosas que vimos con posibilidad de “puentearse” (de hecho, lo hicimos sin querer) y algún nimio detalle más, pero el conjunto es más disfrutable que llegar al aseo después de tres horas de ruta.
En definitiva, una sala a la que teníamos muchas ganas de volver y que no defraudó, ofreciendo un ratejo estupendo con una temática que (POR FIN!) se sale un poco de lo habitual.
No queremos despedir esta vuestra review sin antes dedicarla a todo el equipo de Skproom y en especial a Roberto (siempre es un placer volver), a la eterna batalla entre las motos de carretera y de competición, a los escapistas de tomarse la previa porque llegan antes para poder aparcar bien y al 2020. Tanto gusto lleves como paz dejas.
¡Hasta la próxima, Piticlers!