CONNECTING CLUES
¡Las manos donde podmos verlas, Piticlers!
Que luego van al pan. Tenéis derecho a guardar silencio mientras leéis el informe de nuestra última misión en Connecting Clues de Xàtiva, resolviendo (con un tiempazo, todo hay que decirlo) el caso de El Bronx, sala que, sin salir del corte clásico (y muy disfrutable) marca de la casa, nos dio alguna que otra sorpresa e hizo que pasáramos un muy buen ratejo. Así que ponedle el seguro a vuestra Beretta 92, no olvidéis la placa (ni la petaca) y vamos con nuestros policiales parámetros.
TRATO:
El sargento nos pone en antecedentes con 4 PUNTICLIS.
Nos volvemos a reiterar en lo que comentamos en nuestra anterior review hablando de Juan, el corazón detrás de Connecting Clues: Más a gusto que una cesta de gatetes al lado de la estufa. Poco más que añadir, aparte de que cuando vayáis para allá veréis que lo nuestro no es exagerar.
AMBIENTACIÓN:
Comenzamos a patrullar con 3 PUNTICLIS.
Aquí se nota que la sala es más reciente que su hermana africana y que en este apartado se han intentado hacer otras cosas que hacen que tome la delantera frente a aquella. Sin ser un despliegue espectacular de medios ya apreciamos que han querido darle otro toque a este punto, lo cual, en nuestra opinión, como siempre diremos, hace que ya empieces arrancando.
ATREZZO/DECORADO:
Damos una patada a la puerta de 3 PUNTICLIS.
Si no se llevan más puntuación aquí es porque, sin ser deficiente (ni mucho menos) la decoración y la disposición de elementos en la sala, pensamos (igual de una manera muy subjetiva) que lo que nos encontramos una vez dentro (más encaminado a lo policíaco y “Noir” en general que al nombre de la sala) no respondía del todo a lo que, repetimos, siempre desde nuestro subjetivo punto de vista, esperábamos encontrar. Aún con todo, más que solvente.
JUGABILIDAD:
Dejamos la pistola y la placa en la mesita de la entrada y nos tomamos un whisky 5 PUNTICLIS.
Punto fuerte de la sala, con unos enigmas muy bien integrados y equilibrados en número y dificultad y con alguna sorpresa que hacen un conjunto muy disfrutable en el que todos los jugadores tienen su momento de brillar. Como un episodio de Brooklyn Nine-Nine.
En definitiva, una sala especialmente recomendada para los que crecimos con Canción Triste de Hill Street (o alguna policíaca más moderna), clásica, pero con alguna vuelta de tuerca, donde tienes la diversión asegurada.
No queremos acabar turno de guardia sin agradecer y dedicar nuevamente a Juan por atender a su negocio y a sus clientes con esa dedicación, y más en los tiempos que corren, al capitán de policía que siempre le permite todos los excesos al policía héroe de turno y a Dhalsim, que lo mismo te pasas con él el Street Fighter que le cura el dolor de barriga a un niño.
¡Hasta la próxima ronda, Piticlers!