¡Bienvenidos a la Corte Piticli!
Poneos cómodos, atusaos los bigotes y las pelucas, mirad que el lunar esté en su sitio y esnifad un poco (¡He dicho un poco!) de rape, porque hoy os quiero hablar de una cosita que creo que no tuvo toda la repercusión merecida. Y aunque la película se estrenó para los Oscar y un servidor la vio en Marzo, siempre he tenido el run run de escribir algo sobre ella, porque creo que de verdad se lo merece. Hablo de La Favorita, peliculaza de ese hombre griego necesitado de terapia que es Yorgos Lanthimos (echadles un ojete a Langosta, y/o a El Sacrificio de un Ciervo Sagrado, seguro que no os dejan indiferentes) de la que de verdad pienso que debería haber tenido más repercusión. Hablo de histórica y socialmente.
Algunos me tacharán aquí de oportunista, o de subirme al carro de ensalzar al feminismo y blablabla... Pues puede que sí, pero puede que sea porque ya va tocando. Este hombre (y su productora, no nos olvidemos) han tenido la, digámoslo finamente, audacia de llevar a las pantallas una historia que, a todas luces, era un riesgo crítico para la industria de Hollywood: Primero, es una película de época (la palabra que muchas veces viene primero a nuestra testuz es “TOSTÓN”. Así, en mayúsculas). Segundo, narra un paréntesis histórico prácticamente desconocido para todo aquel que no sea Jordi Hurtado. O Pérez Reverte pretendiendo saber más de lo que sabe. Y tercero, es una película en la que no una, ni dos... ¡LAS TRES PROTAGONISTAS SON MUJERES! Cielo santo, dónde vamos a parar...
Primero, la película muestra un equilibrio buenísimo, demostrando que no por ser de época tiene que ser aburrida. ¿”lenta”?, Bueno, si por “lenta” entiendes que no hay coches explotando ni dinosaurios persiguiendo a una rubia ni duelos con sables láser ni superhéroes (¿cómo no se le ha ocurrido a nadie poner todo esto junto?) … Pues sí, es lenta. O mejor dicho, tiene un ritmo muy bien equilibrado donde puedes diferenciar las partes de la película perfectamente. Y con planos largos. Sí. Se dice que antes los directores de cine usaban planos largos. Lo sé, increíble, ¿Verdad?
Segundo, hace que este período histórico de Inglaterra, y de su reina Ana a priori muy desconocido para la mayoría de nosotros y sobre todo, muy poco reflejado en la gran pantalla, resulte interesante por la manera en cómo lo cuenta. Y no puedes evitar pensar que igual la política actual se resolvería mejor en una alcoba.
Y tercero, el hecho de que sea una película protagonizada por tres mujeres (y qué tres mujeres. Qué pedazo de actrices, independientemente del Oscar para la Coleman, y los otros chorrocientos premios que se han llevado cada una, son magistrales), es algo que la verdad es que es de agradecer. No sólo porque ya va siendo hora y patatín y patatán (que también, por supuesto), es porque contando historias de este tipo, con mujeres como protagonistas, siempre será indicativo de una nueva manera de contar historias, de una nueva manera de hacer películas.
De vez en cuando, un soplo de aire fresco en los guiones y en las ideas no viene mal. Y sin quitarle ningún mérito, por supuestísimo, a los secundarios masculinos. Quiero casarme con esa perra mala de Nicholas Hoult.
Revisitadla cuando podáis. Supongo que a estas alturas estará ya en todas las plataformas habidas y por haber, y creo que os merecerá la pena.
¡Nos vemos cuando se apaguen las luces, Piticlers!