¡Buenas tardes, Piticlers!
Hacía tiempo, desde la última fiesta del cine, donde descubrí esta pequeña maravilla, que quería escribiros sobre esta película, pero la vida me empujaba a otros caminos (los de estudiar, trabajar, hacerme un hombre de bien y esas mierdas). Menos mal que se me ha pasado pronto y ya estoy aquí de nuevo, todo vuestro.
Pues empiezo diciendo que sí, que fui sin muchas pretensiones a ver una peli coreana por 2,90€ (bendita Fiesta del Cine que te permite arriesgarte así) y me regaló un ratejo de lo más inusualmente entretenido. No porque fuera si estar algo preparado; Bong Joon-Ho, el director, ya nos tiene acostumbrados a mezclar tramas de tinte de crítica social donde muestra que no todo es tan bonito en la Korea buena, con en The Host las películas de monstruos de toda la vida, por ejemplo ( Okja no la he visto, le tengo ganas) o, en el caso que nos ocupa, drama social puro y duro con el thriller más grotesco. Así, sin ponerse ni rojo.
Y es que no sólo se contenta con mostrarnos una familia (TODA una familia) en paro y sin mucha intención de solucionar su estado (al menos de forma legal), ya sea por la ineptitud del gobierno o por su propio nihilismo, sino que además, la forma en que TODA esa familia, al unísono, sin ningún tipo de escrúpulos, decide cambiar su situación, te empieza produciendo simpatía (esa sonrisa pícara, suave, que acompaña a tu pensamiento de “míralos, qué pícaros”), pasa por la incomodidad, se te instala en el bajo vientre en forma de vergüenza ajena y te acaba estallando en la cara, dejándote un mal sabor de esos agradables, si me entendéis.
Todo ello con una formulación exquisita, un planteamiento de guión y rodaje muy buenos, y haciendo que la casa donde ocurre la mayor parte de la acción tome protagonismo, como un personaje más.
El cine ha de entretener, lo hemos dicho por aquí muchas veces. Pero si aparte de eso consigue no ya hacerte pensar, sino provocarte sensaciones, mejor que mejor. Y este hombre lo consigue con creces. Si podéis recuperar esta cosita malvada en cualquier plataforma, ni lo dudéis.
¡Nos vemos cuando se apaguen las luces, Piticlers!